Me hubiera gustado citar en el título a las musas correspondientes, pero no existe en realidad una que designe al arte del siglo XX: el cine. En realidad el dios Cine al que me refiero en el título tiene varios rostros, hay uno de ellos cuya presencia e importancia en la historia universal de la cinematografía es indudable: Charles Chaplin. La actividad de Chaplin pasa por sobre la idea que tenemos de él, por lo general interpretando al a veces patético personaje Charlot. Es éste su rostro más conocido. Pero, detrás de éste, existe un Charles Chaplin que funcionaba de maneras muy diversas dentro de sus películas . Tal vez muchos sepan que Chaplin dirigía sus películas (casi todas) y que además interpretaba los roles principales de las mismas, pero una de las partes más fantásticas de él es la de compositor. En efecto, la música de al menos los más grandes de sus filmes fue compuesta por él mismo, pasando después por un proceso de arreglo y orquestación que solía estar a cargo de Edward Powell y David Raskin. En realidad la formación como músico de Chaplin parece haber sido empírica, pero ésto no fue en detrimento de la calidad de sus composiciones. De la música de los filmes de Chaplin se despenden varios temas que tienen hoy por hoy gran valor universal dentro de la música popular y el Jazz, como la llamada "Candilejas" o el maravilloso tema de Tiempos modernos, "Smile". Un aspecto que sí pareció afectarle en algún momento, fue la transición del antiguo cine mudo al cine hablado y con pista sonora integrada. La primera película en la cual se introducen ciertos diálogos y que lleva la pista sonora en la cinta es Tiempos modernos. Aún así, Chaplin conservó en gran medida el antiguo formato, recurriendo principalmente a la mímica y otros recursos teatrales tan característicos de su cine para expresar sus ideas. Fue nominado al Oscar por mejor música original por Candilejas en 1972. Descarga la banda sonora de Tiempos modernos (1936).
Puesto que a lo mejor no se animan, aquí les pongo unos fragmentos de la música.
julio 28, 2008
Cinema Paradiso (1989)
Cinema Paradiso es una de las culminaciones sonoras de un hombre que –si se me permite el término– ha construido buena parte de la historia sonora de la cinematografía mundial. Para hablar de él necesitaríamos días y noches de palabras y discos, recuerdos de personajes, tramas y piezas que han quedado en la memoria fílmica. Trompetista y compositor de profesión, Morricone ha consolidado una gran experiencia musical, ya que en su juventud no sólo fue integrante de una banda de jazz e hizo arreglos a canciones pop para Radiotelevisión italiana, sino que se convirtió en arreglista de studio para la RCA, donde trabajó, entre otros, con Mario Lanza. A partir de los años 60 comenzó a crear música para cine y desde entonces ha trazado una carrera prolífica. A él le debemos la creación de numerosas bandas sonoras de los spaghetti westerns de Sergio Leone, la más famosa de ellas el soundtrack para El bueno, el malo y el feo, así como piezas para grandes filmes como La batalla de Argel (Gillo, Pontecorvo, 1965), Saló o los veinte días de Sodoma (Pier Paolo Pasolini, 1975), muchos de los cuales le valieron como candidaturas al Óscar: Días del cielo (Terrence Malick, 1978), La misión (Roland Joffé, 1986), Los intocables (Brian de Palma, 1987), Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore, 1989), Bugsy (Barry Levinson, 1991), Lolita (Adrian Lyne, 1997). En 2006, este prolífico director italiano recibió el Óscar Honorífico por su contribución al mundo de la imagen en movimiento.
Publicado por Peco
julio 22, 2008
Mirada silenciosa: el sonido y el silencio en las obras de Tarkovsky y Kubrick (parte 2)
Muchas veces se ha tratado de confrontar los trabajos de Kubrick y Tarkovsky, llegando a generar la idea de que son antagonistas. En realidad, es cierto que ambos pertenecen a mundos muy distintos, separados por la gran cortina de hierro que estaba más allá de lo que ellos podían controlar, pero el punto más interesante, que es lo que puede dar esta impresión, aparece cuando comparamos las formas de utilizar algunos elementos técnicos cinematográficos en sus obras. No pretendo hacer un análisis profundo de estas diferencias, es más, ni siquiera pretendo enumerarlas pero, dentro de esta serie, el tema central es la manera en que ambos cineastas utilizan el sonido o mas bien la música y el silencio. Ya vimos que Tarkovsky señala los puntos más significativos de la obra, en el caso de Solaris, con música mientras que los procesos de formación de éstos se pasan en silencio. El caso de Kubrick, al menos en la película "hermana mayor" de Solaris, 2001: Odisea del espacio y así como en El resplandor, los procesos están acompañados por música y los momentos en que todas las ideas antes expuestas se ponen en tensión y conflicto acontecen en silencio o sólo con algún sonido de fondo o una voz.
El ejemplo más claro de esto es la escena en que HAL, el ordenador que controla la nave que va en misión a Júpiter, es lentamente desconectada por Dave Bowman, el único astronauta sobreviviente en el transbordador. Lentamente, poco a poco y sólo con la voz mecánica e inexpresiva de HAL y el zumbido producido por la nave como ambientación sonora, la computadora es desconectada a pesar de las súplicas. Las ideas planteadas durante toda la película se ponen en cuestión y queda finalmente al ser humano el tomar la decisión de sobreponerse o no a su misma obra y a lo desconocido, que se encuentra en el monolito, en Júpiter o más allá. HAL teme acerca del éxito de la misión que se le ha confiado (o pretende hacer creer que lo hace) y suplica mientras que se ve reducido hasta su estado mas primitivo, casi infantil, perdiendo la malicia que había mostrado anteriormente. Después de la pequeña canción (después de todo, aquí Kubrick también recurre a la música como elemento vital) HAL es desconectado por completo y una grabación programada nos regresa al conflicto que se creía ya resuelto: los alcances del hombre en el conocimiento y control del universo (o de sí mismo) . Todo ésto pasa en el silencio, o mas bien, en la ausencia de música la cual sí está presente durante el resto del filme. De esta manera Kubrick nos mantiene durante toda la cinta en la cuerda floja, en la incertidumbre total y nos hace tocar piso y reposar durante unos momentos en esta escena que describo (el reposo de la contundencia del pasaje: HAL es desconectado por completo) para después regresarnos a la tensión constante que nos había aplicado durante todo el resto y, al final de la cinta, lo que nos da un poco de alivio es el mantener la duda abierta, pero no es la duda, claro está, lo que nos da el reposo, sino el llegar a un punto de referencia ya conocido y recurrente en toda la película: el regreso del "Así hablaba Zaratustra" de Richard Strauss. El uso de la música, entonces, más que un "objeto" decorativo es un marcador formal que nos ayuda a sentir un poco más la estructura de la obra. En el caso de ambos cineastas, la música marca la "cadencia" final de la película.
La música es, como ocurre siempre en las películas de Kubrick, una selección de varias obras de grandes compositores de distintas épocas. Lo mismo tenemos a Johannes Strauss que a Gyorgy Ligeti o a Aram Katchaturian que a Richard Strauss. En fin... como sabemos la relación entre este cineasta y la música "culta" es constante en todas sus obras.
Ir a la primera parte
El ejemplo más claro de esto es la escena en que HAL, el ordenador que controla la nave que va en misión a Júpiter, es lentamente desconectada por Dave Bowman, el único astronauta sobreviviente en el transbordador. Lentamente, poco a poco y sólo con la voz mecánica e inexpresiva de HAL y el zumbido producido por la nave como ambientación sonora, la computadora es desconectada a pesar de las súplicas. Las ideas planteadas durante toda la película se ponen en cuestión y queda finalmente al ser humano el tomar la decisión de sobreponerse o no a su misma obra y a lo desconocido, que se encuentra en el monolito, en Júpiter o más allá. HAL teme acerca del éxito de la misión que se le ha confiado (o pretende hacer creer que lo hace) y suplica mientras que se ve reducido hasta su estado mas primitivo, casi infantil, perdiendo la malicia que había mostrado anteriormente. Después de la pequeña canción (después de todo, aquí Kubrick también recurre a la música como elemento vital) HAL es desconectado por completo y una grabación programada nos regresa al conflicto que se creía ya resuelto: los alcances del hombre en el conocimiento y control del universo (o de sí mismo) . Todo ésto pasa en el silencio, o mas bien, en la ausencia de música la cual sí está presente durante el resto del filme. De esta manera Kubrick nos mantiene durante toda la cinta en la cuerda floja, en la incertidumbre total y nos hace tocar piso y reposar durante unos momentos en esta escena que describo (el reposo de la contundencia del pasaje: HAL es desconectado por completo) para después regresarnos a la tensión constante que nos había aplicado durante todo el resto y, al final de la cinta, lo que nos da un poco de alivio es el mantener la duda abierta, pero no es la duda, claro está, lo que nos da el reposo, sino el llegar a un punto de referencia ya conocido y recurrente en toda la película: el regreso del "Así hablaba Zaratustra" de Richard Strauss. El uso de la música, entonces, más que un "objeto" decorativo es un marcador formal que nos ayuda a sentir un poco más la estructura de la obra. En el caso de ambos cineastas, la música marca la "cadencia" final de la película.
La música es, como ocurre siempre en las películas de Kubrick, una selección de varias obras de grandes compositores de distintas épocas. Lo mismo tenemos a Johannes Strauss que a Gyorgy Ligeti o a Aram Katchaturian que a Richard Strauss. En fin... como sabemos la relación entre este cineasta y la música "culta" es constante en todas sus obras.
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Continuará...
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julio 21, 2008
Taxi Driver (1976)
Qué decir de las películas de Martin Scorsese. Qué decir de que el psicópata que quiso asesinar a Reagan supuestamente se inspiró en esta película. Qué decir de la presencia de De Niro, o de una tierna Judie Foster de 14 años que naciera como prostituta en las calles de Nueva York. Qué decir de Taxi Driver y de Bernard Herrmann, uno de los grandes musicalizadores de todos los tiempos, debutante en 1941 con Orson Welles en la aclamada Citizen Kane, que trabajara con grandes directores como Hitchcock, y que se le hiciera del rogar al director neoyorquino. Tal vez lo que se dice siempre... Por eso no voy a decir nada, mas que el mérito de este soundtrack me parece radicar en que tanto incidentales como scores evidencian la tensa calma del alma carroñera de Travis Bickle, ex soldadito de plomo que traslada su guerra de Vietnam a la ciudad, a su propia lucha con la vida, a las calles de Nueva York, para arreglar las cosas –¿cuáles, quién se lo pidió?– como si esa música saliera del fondo de un edificio, de una radio vieja, somnolienta y solitaria que sin desearlo inundara la ciudad y bajara a las calles y llegara a ti.
Publicado por Peco
Death Proof (2007)
El amo y señor de los soundtracks, Tarantino, ha vuelto a bombardear este blog y no se cansará hasta haber agotado todos sus filmes. Creo que con éste ya sólo faltará Kill Bill vol. 2, y Reservoir Dogs. ¿Qué es lo que hace que los soundtracks de este director sean tan originales e inolvidables? Peco ha sugerido ya algunas posibilidades. En primer lugar está la heterodoxia de los géneros: canciones pop japonesas, oldies de alguna estación local de Nashville, surf perverso clásico. Otro encanto es que utiliza piezas que de otra manera jamás sabríamos que existieron. Así, exponerse a un soundtrack de Tarantino es también dejarse llevar por lo que un melómano de hueso colorado tiene ganas de recomendarte de su inverosímil fonoteca.
Ya ni tiene mucho sentido decirles que la banda sonora de Death Proof está bien buena y que la tienen que bajar. Contiene desde canciones rythm and blues bien llegadoras y viejitas, canciones country bien raras, blusesitos carreteros. Por ahí se coló nada más y nada menos que Ennio Morricone. Una pieza que en lo particular me gustó descubrir fue la de “Dave, Dozy, Beaky, Mick & Titch”, banda en la que, según el filme, iba a tocar Pete Townsend, de The Who. “Down in Mexico”, aparte de evocar el brutal e inolvidable lap dance de una de las actrices de la película, es una muy buena rola, así cachondona como le gustan al maestro cineasta.
Esperamos sus downloads y sus comments que nos alegran nuestras mañanas oficinescas.
Download: Death Proof
Publicado por Rich
Ya ni tiene mucho sentido decirles que la banda sonora de Death Proof está bien buena y que la tienen que bajar. Contiene desde canciones rythm and blues bien llegadoras y viejitas, canciones country bien raras, blusesitos carreteros. Por ahí se coló nada más y nada menos que Ennio Morricone. Una pieza que en lo particular me gustó descubrir fue la de “Dave, Dozy, Beaky, Mick & Titch”, banda en la que, según el filme, iba a tocar Pete Townsend, de The Who. “Down in Mexico”, aparte de evocar el brutal e inolvidable lap dance de una de las actrices de la película, es una muy buena rola, así cachondona como le gustan al maestro cineasta.
Esperamos sus downloads y sus comments que nos alegran nuestras mañanas oficinescas.
Download: Death Proof
Publicado por Rich
Requiem for a Dream (2000)
Pocos filmes me han gustado por la pésima sensación que me dejan en el paladar. Requiem for a dream es uno de ellos... Su crudeza y la forma de mostrar cómo los sueños se pueden desvanecer por una adicción, es lo que hace que esta cinta sea una de las más recordadas del 2000. El director Darren Aronofsky, conocido también por Pi, el orden del caos, muestra varias historias de adicción y sueños rotos a través de capítulos convertidos en tres estaciones del año. La fotografía es una de mis favoritas, tanto por los encuadres hechos, las locaciones y principalmente por las tonalidades saturadas de los colores. Un punto muy recordado es la edición de varias imágenes cuando los personajes se drogan, momento dificil de olvidar pues hasta en anuncios pubicitarios se usó.
Pero lo que realmente le da un toque de dramatismo y crudeza al filme es la banda sonora. Clint Mansell junto con el cuarteto canadiense The Kronos Quartet son los encargados de llevar el dramatismo de la historia a otro nivel. La forma como utilizan las cuerdas junto a los beats electrónicos hicieron de este material algo completamente distinto a lo que sonaba a principios de siglo. Es imposible no reconocer el papel tan importante que tiene el cuarteto que poco a poco va, in crescendo, desde una suavidad y acción al inicio, hasta lograr una tensión total en el climax de la cinta, que no hubiera tenido el mismo impacto sin la música. El dramatismo de ver a Harry cuando le amputan el brazo; a su madre recibiendo electroshocks; a Tyrone en la cárcel haciendo trabajos forzados; y el más doloroso, la imagen de Marion teniendo sexo con otra chica con toda una fiesta alrededor. Estas imágenes no se hubieran quedado en la mente del espectador sin la música del cuarteto. Vale la pena volver a ver la película y poner especial atención al papel que juega la música en esta cinta, y por qué no, disfrutar de ella sola. Debo agregar que hay que poner especial atención en los materiales de Kronos Quartet, un conjunto muy variado y creador de propuestas musicales inimaginables, siendo este soundtrack una buena oportunidad de acercarse a este grupo canadiense.
Publicado por Daniel
julio 18, 2008
Kill Bill Vol.1 (2003)
Era el año del 2003, discos como Hail to the thief, de Radiohead, o el memorable Absolution, de Muse, sonaban y quitaban mi atención de la mayor parte de lo que ocurría a mi alrededor en cuestiones sonoras. Sin embargo, esto no era lo único que quitaba mi atención en esos tiempos. Recuerdo cómo todos esperábamos con ansia y expectativa la nueva obra de Quentin Tarantino, Kill Bill. Después de haber visto Pulp Fiction, uno no sabía qué esperar de esta nueva entrega que además venía en dos partes. Al final, la cinta tuvo opiniones divididas; la mezcla ecléctica de géneros para unos fue una genialidad y para otros fue lo peor de este director norteamericano, dando una película nula de contenido y llena de tripas. Lo que no se puede negar que fue un acierto y que marcó ese año, fue la banda sonora que acompañó ese mar de sangre que deramó la espada de "La novia". Una mezcla de géneros musicales entre sonidos actuales con piezas retro, la combinación de canciones western con música oriental fue lo que sonó en cientos de reproductores de cd ese año. La popularización y el éxito que tuvo fue un fenómeno que pocas bandas sonoras han logrado. Simplemente cómo olvidar el emblemático silbido ("The Whistle") de Elle Driver, que llegó incluso a las pistas de baile con pésimas mezclas de antro, o cómo olvidar que fue uno de los ringtones más sonados, a tal grado que era imposible no odiarlo. Sin embargo el resto de la música como la de la banda 5,6,7,8's (el grupo que toca en el bar el intro "The Band Apart") o la canción de "El avispón verde", eran realmente geniales, divertidas e increible que estuvieran juntas en un mismo disco, que hacían que uno pudiera escuchar más de una vez al día ese cd sin aburrirse, debido a que era simplemente dierente. Una película cliché y pop que marcó época a tal grado que hasta Paulna Rubio usó el traje amarillo (un momento triste pero verídico que sería mejor olvidar), pero que dio cierto rumbo a la vida de aquellos que nos gustó todo el desmadre telenovelesco que armó Tarantino tanto cinematográficamente, como en la banda sonora, la cual vale la pena volver a oir y, más aún, disfrutar, después de la euforia que causó. Ahora que ya no suena en ningún reproductor mp3 y que es un recuerdo vago de los miles de fans que tuvo, vale la pena retomar el disco para resaborearlo.
Publicado por Daniel
julio 16, 2008
Mirada silenciosa: el sonido y el silencio en las obras de Tarkovsky y Kubrick (parte 1)
Siempre he tenido la fuerte convicción de que cualquier arte necesita de lo opuesto a su "materia prima" para poder verdaderamente ser percibido en todas sus dimensiones y penetrar hasta lo más profundo del ser del receptor. Esto puede tener connotaciones más allá de lo artístico, llegando a ser un principio universal : "... y en el comienzo sólo había oscuridad y silencio..."
Así, este fenómeno lo vivimos en el cine al enfrentarnos a la pantalla negra, ausencia de luz, energía generadora de este arte, y lo vivimos por igual en la música, con el silencio antes de un concierto o aún ya dentro de una pieza, como bien lo entendió Beethoven y nos lo hace "ver" al inicio de su Quinta sinfonía.
Durante el desarrollo de una obra, los momentos de ausencia de sonido nos dan un equilibrio regenerador que permite que entendamos las ideas subsecuentes. Sin ellos, lo que está por venir podría pasar desapercibido debido al aturdimiento que la excesiva carga de sonido o luz o palabras provoca en el que lo presencia.
Todo esto lo digo para hacer un breve análisis de cómo es que utilizan este fenómeno dos cineastas que considero verdaderos maestros en cuanto a la relación entre sonido (música, propiamente dicha) y silencio: Andrei Tarkovsky y Stanley Kubrick.
El cine de Tarkovsky, además de por sus bellas imágenes y sus tramas asfixiantes sin salida, se caracteriza por tener muy pocos momentos de música en el transcurso del filme. Un ejemplo de ello es Solaris en la cual, de las casi cuatro horas de maravillosas imágenes, yo diría que sólo 45 minutos tienen una pista de música. El resto... el silencio... nada más que los sonidos eventuales del ambiente y de las voces. El efecto de este manejo del silencio y la música resulta hipnótico para el espectador el cual se ve "arado" (sí, como si fuera tierra fértil) para las escenas más significativas donde el cineasta cede finalmente e introduce la música: música profundamente emotiva con imágenes no menos cimbreantes. Por ejemplo, las escenas previas momento en que se perderá la gravedad en la base de Solaris se desarrolla toda en silencio, únicamente movimiento, fotografía, blanco, rojo y aluminio. Después, lo cálido de la biblioteca donde se desarrolla la discusión entre los dos científicos que cuestiona todo el significado de lo que se estaba haciendo en ese momento: los alcances de la ciencia relacionados con el amor y los deseos del hombre, y después de esto... la ingravidez. Los amantes flotan juntos, la una sentada en el otro, al igual que los candiles y los libros de los cuales hace destacar Tarkovsky una edición del Don Quijote, citado también en varios otros momentos de la película. Y es en este instante que introduce la música, el tema de los créditos iniciales de la película, compuesto por J.S Bach e interpretado al órgano por Edward Artemiev. Otro momento del filme donde existe música es cuando Tarkovsky introduce algunas imágenes del invierno de Brueghel. Éstas son dos de las escenas más maravillosas que jamás haya visto en... toda mi vida. Y así, partiendo del silencio casi interminable de toda la cinta, llega a éstos climax donde se unen imagen, música, literatura, ciencia, amor, miedo y todas las demás dudas de nuestra época en sólo tres minutos, aunque no estoy seguro de que sean exactamente tres, pueden ser menos, pueden ser más, pero en dado caso, esos momentos me parecen afortunadamente eternos.
En realidad todas las películas de Tarkovsky que he tenido la fortuna de ver siguen este principio. Juega siempre con la ausencia y la presencia de diversos elementos, como son la música o los personajes, los diálogos o imágenes definidas para acentuar aún más el significado de sus símbolos. La balanza en cuanto a este tema, en el cine de Tarkovsky, se inclina hacia el silencio como acentuador del significado de los demás elementos de la obra. Creo que el caso de Kubrik es en cierto modo lo opuesto, y justo de esto hablaré en mi próxima publicación.
Les dejo los dos links para el soundtrack de Solaris (1972), El espejo (1975) y Stalker (1979), compuesto e interpretado por Edward Artemiev. Desgraciadamente las versiones en el disco aquí presentado no son exactamente las mismas que en la película, pero es el único que existe en el mercado. Si encuentro la forma de hacerles llegar esas otras versiones será de inmediato. El disco lo entrego en dos partes.
Así, este fenómeno lo vivimos en el cine al enfrentarnos a la pantalla negra, ausencia de luz, energía generadora de este arte, y lo vivimos por igual en la música, con el silencio antes de un concierto o aún ya dentro de una pieza, como bien lo entendió Beethoven y nos lo hace "ver" al inicio de su Quinta sinfonía.
Durante el desarrollo de una obra, los momentos de ausencia de sonido nos dan un equilibrio regenerador que permite que entendamos las ideas subsecuentes. Sin ellos, lo que está por venir podría pasar desapercibido debido al aturdimiento que la excesiva carga de sonido o luz o palabras provoca en el que lo presencia.
Todo esto lo digo para hacer un breve análisis de cómo es que utilizan este fenómeno dos cineastas que considero verdaderos maestros en cuanto a la relación entre sonido (música, propiamente dicha) y silencio: Andrei Tarkovsky y Stanley Kubrick.
El cine de Tarkovsky, además de por sus bellas imágenes y sus tramas asfixiantes sin salida, se caracteriza por tener muy pocos momentos de música en el transcurso del filme. Un ejemplo de ello es Solaris en la cual, de las casi cuatro horas de maravillosas imágenes, yo diría que sólo 45 minutos tienen una pista de música. El resto... el silencio... nada más que los sonidos eventuales del ambiente y de las voces. El efecto de este manejo del silencio y la música resulta hipnótico para el espectador el cual se ve "arado" (sí, como si fuera tierra fértil) para las escenas más significativas donde el cineasta cede finalmente e introduce la música: música profundamente emotiva con imágenes no menos cimbreantes. Por ejemplo, las escenas previas momento en que se perderá la gravedad en la base de Solaris se desarrolla toda en silencio, únicamente movimiento, fotografía, blanco, rojo y aluminio. Después, lo cálido de la biblioteca donde se desarrolla la discusión entre los dos científicos que cuestiona todo el significado de lo que se estaba haciendo en ese momento: los alcances de la ciencia relacionados con el amor y los deseos del hombre, y después de esto... la ingravidez. Los amantes flotan juntos, la una sentada en el otro, al igual que los candiles y los libros de los cuales hace destacar Tarkovsky una edición del Don Quijote, citado también en varios otros momentos de la película. Y es en este instante que introduce la música, el tema de los créditos iniciales de la película, compuesto por J.S Bach e interpretado al órgano por Edward Artemiev. Otro momento del filme donde existe música es cuando Tarkovsky introduce algunas imágenes del invierno de Brueghel. Éstas son dos de las escenas más maravillosas que jamás haya visto en... toda mi vida. Y así, partiendo del silencio casi interminable de toda la cinta, llega a éstos climax donde se unen imagen, música, literatura, ciencia, amor, miedo y todas las demás dudas de nuestra época en sólo tres minutos, aunque no estoy seguro de que sean exactamente tres, pueden ser menos, pueden ser más, pero en dado caso, esos momentos me parecen afortunadamente eternos.
En realidad todas las películas de Tarkovsky que he tenido la fortuna de ver siguen este principio. Juega siempre con la ausencia y la presencia de diversos elementos, como son la música o los personajes, los diálogos o imágenes definidas para acentuar aún más el significado de sus símbolos. La balanza en cuanto a este tema, en el cine de Tarkovsky, se inclina hacia el silencio como acentuador del significado de los demás elementos de la obra. Creo que el caso de Kubrik es en cierto modo lo opuesto, y justo de esto hablaré en mi próxima publicación.
Les dejo los dos links para el soundtrack de Solaris (1972), El espejo (1975) y Stalker (1979), compuesto e interpretado por Edward Artemiev. Desgraciadamente las versiones en el disco aquí presentado no son exactamente las mismas que en la película, pero es el único que existe en el mercado. Si encuentro la forma de hacerles llegar esas otras versiones será de inmediato. El disco lo entrego en dos partes.
julio 15, 2008
Almost Famous (2000)
En esta ocasión les traigo el buen soundtrack de Almost famous, película que cuenta la historia de un reportero adolescente que sigue a una mediocre banda gringa que hace una gira de costa a costa por lo Estados Unidos, llamada Stillwater, durante los setenta. Bueno, como dato curioso, Stillwater sí existió, y en efecto fue una banda que no pasaba de ser más o menos mediocre, y de la que quedan pocos registros. La cosa es que la canción que tocan como su más grande éxito (según mi informante), “fever dog”, en realidad es escrita por el director y guionista de la película Cameron Crowe y por su esposa Nancy Wilson, quienes fueron acérrimos grupies de Led Zeppelin. Lo más sobresaliente de esta rola, aparte de ser en verdad buena, es el solo de guitarra que es descrito en la película como incendiario y que lo interpreta nada más y nada menos que Mike Mcreaddy (no sé si se escriba así), el mismito de Pearl Jam. Esto me resulta cagadamente borgiano, ya que la pobre banda es recordada por su mediocridad, por su gira, y por una rola que jamás compusieron. Bueno, el resto de la banda sonora es en verdad bueno. No están las rolas más predecibles. Tenemos desde la pachequez trovadoresca buena-onda de Simon and Garfunkel con su “America”; “Sparks” de The Who, que es una gran pieza instrumental de la banda inglesa; “One way out”, de los meros Allman Brothers, es un gran momento del album. Es un buen repaso a lo alternativo y rasposito de los setenta sin llegar al punk y al rock más heavy. Les dejo dos links ya que el álbum está en alta calidad y pues pesa un poco más de la cuenta.
Download: Almost Famous 1
Download: Almost Famous 2
Download: Almost Famous 1
Download: Almost Famous 2
Publicado por Rich
julio 12, 2008
Televentures (1996)
Si de alguien hay que hablar respecto de los grandes temas de la televisión es de la banda estadunidense The Ventures, quienes desde los años 70 han musicalizado las series más famosas creando verdaderos exitos. No por algo son la agrupación que más discos de rock instrumental ha vendido en toda la historia del Rock. La importancia de esta banda radica en que debido a la experimentación con la guitarra y al uso de efectos, contribuyeron al desarrollo de la música surf e influenciaron a grandes guitarristas, logrando entrar en 2008 al Salón de la Fama del Rock and Roll. Lo que escucharán en esta entrega es una recopilación hecha en 1996 de 25 temas que The Ventures compusieron e interpretan en su estilo original: temas como "Hawaii Five-O", "Secret Agent Man", The Twilight Zone", "Dick Tracy", "Batman", "Mission Impossible", "Star Trek" y "Starsky & Hutch", entre otros. No se dejen llevar por la impresión que dejan los atuendos en la portada de este álbum; detrás de estos hombres hay toda una época y sobre todo un estilo de incidir en la historia de una generación; al escuchar los temas recordarán, y se darán cuenta que toda una forma de sonorizar las series de la pantalla chica sigue vigente, viva, por lo menos en estos tiempos en que todo movimiento cultural se fundamenta –¿alguien sabe por qué?– en lo retro. Sirva esta entrega como un verdadero homenaje a lo retro, lo retro de verdad.
julio 09, 2008
Lost Highway (1997)
Aún no había decidido qué filme ocuparía este lugar hasta que El Cachuy tuvo a bien recordarme que yo soy uno de esos que se engañan con el cine de Lynch y sí, en efecto creo que una de las principales consecuencias de sus películas es esa ausencia de posesión de la historia, pensar por momentos haber descifrado la trama y el inmediato regocijo intelectual o visceral, para después darse cuenta que el abanico hermenéutico se extiende en proporción a las reproducciones de aquéllas, a veces se comprende un poco más, a veces se interpretan cosas muy distintas a las iniciales, a veces es más sencillo de lo que parecía, las claves se propagan, los signos se iluminan... a veces es una porquería y a veces asumimos que quizá nunca vamos a llegar a la experiencia "real" de la idea original. Entonces podremos disfrutarla. Aquí es donde radica la falacia de ver y escuchar a David Lynch quien juega con nuestros demonios, desde los suyos y apuesta al acto perceptivo individual, a la reinterpretación continua, o al menos creyendo esto he aprendido a dejarme atrapar. Lost Highway es un buen ejemplo; lo oscuro de sus personajes, el juego de lo real y la ficción como parte humana, sea etérea o carnal, el hombre ante su mente o sus fantasmas, llevan en principio a elegir entre lo probable y lo imposible para continuar la lectura. La comunión entre estos perfiles, las imágenes que les visten las espaldas con sus testigos fotográficos y los ritmos, voces y sonidos que sirven como una esfera en donde todo lo que sucede en principio va a perderse de toda lógica, bondad o belleza, pudiendo llegar, sin embargo, al límite de éstas y ser justamente sus contrarios para bien o para mal. Es la música que ha sido encargada a Angelo Badalamenti la que enmarca con tonos graves toda esta atmósfera nebulosa, húmeda y lasciva. Completan la sala los pequeños infiernos de Trent Reznor y Nine Inch Nails, David Bowie, Smashing Pumpkins, Lou Reed, Barry Adamson, Marylin Manson, Rammstein y Antonio Carlos Jobim. Por último hago hincapié en la portada, un still retocado de la secuencia más dramática del filme, una "clara" imagen de lo terrorífico que pueden ser una serie de signos agrupados que apuntan hacia nuestros temores más ocultos, fije bien la mirada, acompáñese con la última pista y una copa de leche.
Descargar (128 Kbps)
Publicado por Fifo
Descargar (128 Kbps)
Publicado por Fifo
julio 05, 2008
Life Aquatic, Rushmore y The Royal Tenenbaums
"Cuando el artista se la está pasando mejor que el público, hay algo que está saliendo mal." Tony Wilson.
Dudo del cine de arte. Yo no era así. Algo me pasó y le agradezco a Diosito que me haya desviado del camino. Ya no tengo que mentir y decir que me gusta David Lynch. Me pasa lo mismo con “la buena música”, no tengo idea qué es lo que pueda ser eso.
A mi me gusta mucho Wes Anderson. Es un hombre dispuesto a jugársela como tierno, a buscar actores tiernos y soundtracks tiernos.
No tiene que mentir y decir que es un cabrón, ni que sabe mucho de música, en fin, de nada de esas cosas que hacen sentir hombres a los hombres en estas tercermundistas y pseudointelectuales latitudes.
Aquí el disco de Life Aquatic, un score tierno, fácil de escuchar, acompañado , como siempre por Mark Mothersbaugh (líder del fantástico grupo Devo, que, por favor, si tienen tantitititita curiosidad y les duele un poco la tremenda ignorancia que nos aqueja, bájenlo).
Estos soundtracks de las películas de Wes Anderson son una clase de lo poco que sabemos de la música de los 60’s y 70’s. Yo pienso que Gustavo Díaz Ordaz, en secreto, amaba a The Doors, a Jethro Thull, a Creedence Clearwater Revival… y por qué no? a Pink Floyd y se encargó de que a México nomás no le llegara más música. Bueno, esa es mi teoría, y como yo no sé nada de nada, pues seguramente es falsa. Me desvío del tema. Como me considero un hombre generoso, también están los links para bajar los soundtracks de Rushmore y de The Royal Tenenbaums.
Rushmore OST
The Royal Tenenbaums OST
Life Aquatic OST
Publicado por El Cachuy
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