A mi padre, Alfredo
Cae una lluvia pertinaz tras la ventana. Los vehículos que pasan frente a ella se deslizan lentamente para incrustarse en el tráfico de esta noche de viernes. La película que se anima en la computadora finalmente se hace sola; edito un poco, otro poco es ella misma...
Una vez mi padre me llevó al cine. De las tantas ocasiones en que asistimos, rememoro una cinta documental que trataba sobre la supervivencia de un hombre en el ártico (no lo sé de cierto, quizá la recuerdo así porque me gustan los documentales). Grandes paisajes níveos con planos acompasados y lentos que fielmente hacían sentir la soledad y las distancias. Llega también a mi memoria la única película animada que vi en mi infancia y que me dejó marcada una profunda sensación de plenitud, pero también de magia y de ansiedad, mucha ansiedad por hacer o tener o creer en algo, en no sé qué. Fue hace 26 años... y desde hace veintiseis años he tenido esa necesidad de algo, de saber la existencia de un mundo más allá de este, que conjunta la unidad del Universo o simplemente la historia de alguien, un pasaje o pasatiempo; Sabato le llama el Absoluto. El asunto es que en esta noche de viernes en la que cae una lluvia pertinaz tras la ventana, acabo de ver esta película, El cristal encantado, y recuerdo a mi padre y recuerdo permanentemente la voz ronca de los monstruos místicos elevándose hacia el cielo, como si eso fuera lo único que se hubiera quedado en mi recuerdo... el Absoluto.
La película es de Jim Henson y Frank Oz, el soundrack, de Trevor Jones. Les dejo el link de la banda sonora. Un abrazo.
Publicado por Peco
1 comentario:
creo habe visto esa pelicula hace mucho tiempo, me gustaría volverla a ver ahora gracias a tu post.
Un abrazo
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